“Sucedía por aquellos años que, al igual que todos los niños, yo necesitaba un héroe que emular, que admirar, que querer, e incluso que adorar e idolatrar. Pero mi padre, tímido entre los tímidos, rígido entre los rígidos, y muy callado entre los mudos, incluso, era cualquier cosa menos un hombre idolatrable. Lo respetaba todo, tanto y tanto, mi papá, que, me consta, les juro que me consta a mí, su eterno y aburridísimo copiloto en un viejo Pontiac siempre impecable, azul marino y lento, que, por temor a pasarse el siguiente semáforo, mi padre era capaz de detenerse incluso en el anterior. Y las únicas curvas que daba bien eran aquellas destinadas a evitar un bache de la avenida Salaverry, tanto de ida como de vuelta de su oficina en el Centro de Lima.”
Alfredo Bryce
La esposa del Rey de las Curvas
Henry Rivas Sucari
revistanaufrago@hotmail.com
El último libro de Bryce, La esposa del Rey de las Curvas, es la invitación a un acto narratario oral con caracteres nostálgicos, compartido a su vez de una ironía a veces triste, a veces hiriente, y que demuestra que el autor de El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, continúa el estilo que le ha identificado en sus más de treinta años de carrera literaria.
Arnaldo Alvarado "El Rey de las Curvas" (1901-1988), izq, fue un as del automovilismo desde el año 33 hasta el 75, inmortalizando su robusto Ford, el "Ladrillo Rojo". Como homenaje, la última etapa de los Caminos del Inca, Arequipa-Lima, lleva el nombre de Alvarado
El cuento que da nombre al libro La esposa del Rey de las Curvas, recurre a una temática bastante tratada en intertexto de la obra bryceana.. Es decir, en entrevistas y otros libros, como lo son sus memorias Permiso para vivir, Bryce, a la manera de anécdota, narra las peripecias y el inicio de su lenguaje oral y sus dotes como narrador infantil. La anécdota da como resultado, en parte, como material valido del que construye sus relatos, una fuente para manejar las historias como una pieza de ajedrez, ganando, pero siempre por distintos caminos, contando la misma historia una y otra vez, con distintas alegorías, nuevos personajes, espacios exagerados, etc. Sin embargo, todos esos elementos constituyen el recurso base para el tipo de narrador que es Bryce, un narrador oral. El narrador oral es entendido no como un narrador plenamente dicho, sino como un contador, el contador de una narración. La tradición de la oralidad se remonta al principio de la humanidad, a las primeras manifestaciones de lo que llamamos literatura: la creación de historias. EL cuento La esposa del Rey de las Curvas, es el nacimiento de un narrador oral, de naturaleza mitómano y con la perfecta audacia de la complicidad familiar.
Cuando la narración oral se dirige al papel, no pierde su tradición de oralidad, es decir, inmediata, contextualizada, digresiva, tonémica; sino más bien, refuerza estos rasgos al imitar a una oralidad hablada sobre la hoja en blanco, produciendo una segunda oralidad, cuyas características son las mismas, pero construidas por un narrador que debe causar la misma ilusión de la oralidad presente. Este acto, es obviamente difícil, pues el narrador debe trabajar ya no solo con palabras, modismos, o improvisaciones, sino con normativa, espacios e imaginando a un lector en vez de un auditorio.
Bryce logra el efecto del narrador oral, esa ha sido su virtud en la mayor parte de sus libros, ayudándole también a conseguir la construcción de un estilo propio, lleno de intertextos de la cultura popular, canciones de rancheras, boleros, así como también de la cultura literaria universal. .
Uno de las mejores realizaciones en este libro es el cuento Peruvian Apollo, personaje que le hace un guiño cómplice al fortachón Cajahuaringa de la novela No me esperen en abril. El cuento, si bien narra la degradación de un personaje de la clase alta peruana, tópico recurrente en la narrativa bryceana, sale del molde de los acostumbrados depresivos, al mantener, aún en los momentos más trágicos, un humor campesino y un carácter resignado, pero positivo.
Los personajes bryceanos siempre se han movido entre el fracaso y la tristeza, entre la melancolía y la evocación al paraíso perdido, la desolación y la muerte. El cuento Y se me larga usted en el acto y Las manías del primo Rodolfo. Constituyen un retorno a la Lima que se fue y a los personajes llenos de excentricidades, atrapados en una dimensión familiar que les impide desarrollarse en una sociedad moderna. Este arcaísmo en sus gustos, manías, visiones del mundo, los conducen casi siempre al fracaso, a la soledad inexorable de la incomprensión.
La detestable ciudad de Bolon-i-a es un cuento que sobrepasa la dimensión del relato a la dimensión fonológica, así los sonidos, las pronunciaciones de Bolonia por Bolon-ia adquieren una transgresión de significados y tiempos. El significante jugará una variación fonológica para la representación del mundo positivo versus el mundo imposible, el mundo negativo y frustrante. El juego lingüístico atraviesa varios enunciados: Bolonia, Bologna, Boloña, para terminar en un escatológico Bolon-i-a, que conducirá a Joaquín Sumalavia a los infiernos del trueno estomacal, la desgarradora, aflojada y alocada carrera hacia la defecación desesperada, que terminará por arruinar su viaje a un país extraño y doloroso para él y su novia.
La funcionaria lingüista, el primer cuento del libro, (lo menciono al final por su carácter irónico destructivo) tiene un parecido en su propuesta al registro de la novela Las obras infames de Pancho Marambio, es decir, parece que hubiese sido escrito en un acto de venganza, de rencor y de odio. Bryce recurre para desacreditar al oponente de su relato a la caricaturización. Este juego, donde involucra toda la herramienta irónica que le es conocido, sirve para describir a un personaje nimio y a la vez poderoso, Raquel María Trinidad Quiñones Salcedo, una funcionario lingüista, mediocre, arribista, algo hermosa pero a la vez ridícula, que despedaza todo lo que puede servir para hacerla ver lo que es, un parásito aprovechado de las fuentes culturales españolas. El narrador autodiegético se llama Raúl y vive entre los actos memoriosos y los del oprobio. El acto narratario es propio de un acto catártico. La eclosión de lo bárbaro a través del ludismo memorioso y carnavalesco. Bajtín nos habla de esta categoría en su libro La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, donde algunos de los temas tratados son el cuerpo grotesco, disfraces y metamorfosis; la ironía y los modos distanciadores como sátira, parodia, estructuras y causalidades invertidas. En este cuento Bryce recurre a varios de estos elementos, algunos con éxito, otras veces con descaro.
En conclusión, La esposa del Rey de las Curvas es un libro claramente situable dentro de la temática recurrente bryceana, no encontraremos novedades e innovaciones como en sus entregas anteriores, pero si la pulsión de un contador de historias, vigoroso y efectivo.
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